I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
EL NUEVO ORDEN TOXICÓMANO
(Texto
publicado en el diario La Opinión Austral, el día 16 de Septiembre de 2015)
Autor: Lic. Ariel San Román
(Responsable Local de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)
Siguiendo a Ernesto Sinatra (“La
feminización del mundo: el nuevo orden del toxicómano”, en
Revista Virtualia nº25, Noviembre de 2012), la hipermodernidad, con
su proceso de globalización, empuja a un estado actual de la
civilización caracterizado por una manía a lo ilimitado, a lo sin
medida. Con sólo escuchar o ver los eslogan publicitarios (por
ejemplo, el “se ilimitado” de una compañía de telefonía
móvil), nos percatamos de ello. Y esto se replica en ese ámbito
privilegiado de inserción del infans (aquél que aún no habla) en
la cultura: miren los programas televisivos infantiles y comiencen a
tomar nota de cuál es la “bajada de línea” editorial de esas
emisiones. Niños y niñas bombardeados con mensajes -y para nada
subliminales- donde Todo (con mayúscula) se puede, Nada es Imposible
(también con mayúsculas...), tenemos asegurado un acceso directo,
sin ningún tipo de rodeo o espera, a una Satisfacción Absoluta
(idem de idem). Y bajo estas coordenadas, es que se inscribe el nuevo
orden toxicómano.
Para el psicoanálisis, lo que se trata
de destacar es que el goce (la satisfacción en su más amplio
sentido, que va desde lo placentero a lo mortífero), ya no está
orientado por un Ideal (con mayúscula) que prohibía ciertas
satisfacciones y permitía otras sustitutas. Una lógica donde para
acceder a un Ideal, había que renunciar a ciertas satisfacciones
personales, íntimas y prohibidas. Esto nos daba la pauta de tener
que realizar, como decía Freud, ciertos rodeos para obtener la
satisfacciones deseada. Rodeos que nos permitían hacer un lazo
social con otros y nos sacaban del autismo del placer autoerótico.
(Un sujeto que sólo obtiene placer mirando pornografía frente a una
computadora, y que rehúsa cualquier confrontación con el Otro sexo,
es un claro ejemplo de ello). Renuncia que nos permitía acceder a la
cultura, pero no sin un malestar inherente a saber que no somos
completos y que cada vez teníamos que renunciar más y más.
En cambio, la época que nos atraviesa
(no importa la edad que tengamos), lo que está en juego es la
demostración de la posibilidad de acceder a un goce sin mediación alguna, sin rodeo, sin esperas, sin garantías a futuro porque es ahora, es ya, es todo, es sin compartir, de nadie más. Es ése el alcance de la frase de Jacques Lacan que indica que el plus de gozar hoy ha ascendido al cenit de la civilización. El goce se ha tragado al Ideal: es la satisfacción lo que rige el estado actual de la civilización y ya no el ideal.
demostración de la posibilidad de acceder a un goce sin mediación alguna, sin rodeo, sin esperas, sin garantías a futuro porque es ahora, es ya, es todo, es sin compartir, de nadie más. Es ése el alcance de la frase de Jacques Lacan que indica que el plus de gozar hoy ha ascendido al cenit de la civilización. El goce se ha tragado al Ideal: es la satisfacción lo que rige el estado actual de la civilización y ya no el ideal.
Siguiendo a Sinatra, es interesante
repensar y poner en tensión el “Malestar en la Cultura” en la
época de Freud, con el propio actual. Para Freud, quién hizo una
lectura de su época, el malestar era el síntoma (como retorno) que
mostraba que la renuncia pulsional (¡”hay que dejar de gozar!”
como mandato paterno de la civilización) no aseguraba la felicidad,
sino que -por el contrario- reforzaba el circuito infernal de la
instancia psíquica prohibitiva, el superyó, reintroduciendo la
ferocidad del goce, ahora con la prohibición. La civilización se
sostenía a partir de la culpa y el castigo, de los pecados y su
expiación. La dinámica de la Iglesia y la Moral, se sostenían en
este vaivén cíclico del pecado, culpa, castigo, expiación.
El imperativo actual de la civilización
se ha transformado en su reverso: "¡hay que gozar!".
Volvamos a los medios masivos de comunicación (si es que alguien los
sigue viendo...). Hay una avanzada del goce sexual en varias de sus
configuraciones: todo para ver, todo para escuchar, todo para
consumir, todo para expulsar. Nuevamente: podemos acceder a un goce
irrestricto, el que yo quiera, modelado, empaquetado, fraccionado,
con sólo tener el dinero suficiente para poder pagar por ello...
¿Acaso el objeto droga no es el paradigma de esta ecuación? El
objeto tóxico, al contrario de lo que se piensa, no es de diseño,
sino que él diseña la vida y el cuerpo de los sujetos.
Estas manifestaciones dan cuenta de la
dificultad, de la carencia, la falta evidente de la barrera del No.
De que haya un No no sólo dicho por alguien, sino encarnado en el
decir de alguien. El no tiene una función constitutiva de la
subjetividad, organizadora de toda la experiencia de los sujetos. Es
un decir No a toda experiencia que empuje a una exacerbación del
goce, sea en su faz totalizadora del “¡Goza absolutamente de
todo!”, como en su reverso “¡No goces absolutamente de nada!”.
Ya que ambas vertientes se articulan en un destino mortífero para
los sujetos, condenándolos a un destino funesto.
Y el objeto tóxico, adviene como punto
de ruptura a la función de No, como estrategia ligada a los
programas de la civilización de hoy que nos bombardea, nos formatea
desde muy temprano, con la falsa ilusión de que somos “ilimitados”,
por más que ello nos lleve a la soledad, al consumo ilimitado y a la
muerte.
Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
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