miércoles, 26 de diciembre de 2018

"El sentido olvidado de algunos ritos navideños" - Diciembre 2018




I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


"El sentido olvidado de algunos ritos navideños"

(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, diciembre de 2018)



Lic. Mariana Filippo, Analista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y EOL. Miembro directivo ABAP y IOM2. Prof. Adj. UNPA UARG

¿A qué se debe que en estos días de festejos de la Navidad los adultos nos veamos compelidos a hacer regalos a los niños? O bien, refiere Claude Lévi Strauss,”¿De dónde viene la idea de que los niños tienen derecho a exigir regalos, que se imponen obligadamente a los adultos y éstos se ven empujados a crear un ritual y mitología tan complicados para contenerlos y limitarlos?” En su texto, Papá Noel en la pira (1952) el antropólogo Levi Strauss se propone desandar los resortes de esta costumbre que tiene ocupados a tantísimas familias cuando se avecinan estos festejos. Cuestión que habitualmente atribuimos al empuje al consumismo de nuestra época, que sin duda, influye en su tendencia acrecentada, pero no lo explica cabalmente.                                                                                                        El autor, halla motivación para escribir este texto en ocasión de una fuerte reacción de parte del clérigo francés contra la figura de Papá Noel, en la posguerra, año 1951. El argumento de la ofensiva era que carecía de un sentido religioso, lo cual implicaba educar a los niños en la mentira  y sólo respondía a fines comerciales. En esta acusación, Estados Unidos era considerado gran responsable de que las fiestas navideñas olvidaran el sentido religioso cristiano imponiendo sus fines capitalistas. El reclamo cristiano llegó a tal punto que en la catedral de Dijon, ciudad francesa, un muñeco de PN fue quemado delante de cientos niños huérfanos. Con todo esto, la atracción que despierta la creencia en PN no fue derribada por la Iglesia. Esta arraigada creencia, sin embargo no explica qué llevo a los adultos a inventar tal mito.
Así también, el autor detecta que la extensión de este mito no se limita a la influencia de Estados Unidos e intenta demostrar de qué manera el desarrollo moderno de la Navidad se arma de piezas arcaicas de una celebración que nunca ha sido olvidada. Durante siglos, tanto como en nuestros días, fue el momento de fiestas familiares. Refiere: “Estamos en presencia de un ritual cuya importancia ha ido variando a lo largo de la historia, con apogeos y ocasos. La forma (norte)americana es solamente el más moderno de estos avatares”.  Describe a PN de la siguiente manera: es un ser sobrenatural, inmutable, que tiene una función exclusiva y retorna periódicamente, pertenece a la familia de las divinidades, es objeto de culto y ruegos por parte de niños en ciertos momentos del año, recompensa a los buenos y castiga a los malos. Es la divinidad de una franja de edad de la sociedad (mientras se mantiene su creencia) y se diferencia en que ya los adultos no creen en él pero se ocupan de sostenerlo frente a los niños.
Lévi Strauss permite situar a éste como parte de los ritos de pasaje, ya que expresa un estatus diferencial entre niños pequeños por un lado y   adolescentes y adultos por el otro. A la vez, recuerda que en las sociedades humanas los mitos y ritos de iniciación y pasaje  tienen la función de mantener el orden y obediencia de los menores. Es decir, habría una utilidad de este mito en exhortar a los niños a que se porten bien todo el año y se reduciría a un corto tiempo su posibilidad de pedir regalos.
Aún así, con estos rodeos, el antropólogo encuentra algo más que explica porqué esta figura y mito calan tan hondo en las relaciones estructurales de ciertas sociedades.  La similitud entre PN y los rituales de aborígenes del sudoeste norteamericano, ayuda a explicar esto. En estas tribus, los adultos se disfrazan de dioses y ancestros, denominados katchinas, que regresan periódicamente a visitar la aldea para bailar o castigar o recompensar a los niños, sin que éstos reconozcan a sus familiares en los disfraces. Lévi Straus refiere que no es solo para regular el comportamiento de los niños sino que las katchinas son almas de niños indígenas, trágicamente ahogados en un río en la época de las migraciones ancestrales. Son a la vez “prueba de muerte y testimonio de la vida después de la muerte”.  Una vez establecidos en la aldea, el mito cuenta que  los dioses venían todos los años a llevarse niños y los adultos desesperados pactaron con ellos en que se queden en el más allá a cambio de   representarlos cada año can máscaras y danzas. Si los niños son excluidos del misterio de las katchina no es solamente para intimidarlos, es realmente porque ellos mismos son katchina.
 Vemos que al igual que PN, detrás de la oposición niños adultos, queda en evidencia la oposición entre vivos y muertos. Son modos de tramitar la relación con la muerte. En tanto alimentan la ilusión en los niños de que los regalos vienen de una divinidad, aportan una prueba al secreto movimiento que incita a los adultos a ofrecerlos al más allá  con el pretexto de regalárselos a los niños. “Por este medio los regalos de Navidad son un verdadero sacrificio a la dulzura de vivir, la cual consiste ante todo en no morir”.




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miércoles, 19 de diciembre de 2018

"La angustia en nuestra época" - diciembre 2018

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


"La Angustia en nuestra época"

(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, diciembre de 2018)


Psp. Sandra Guiguet  y Lic. Araceli Navarro. Miembros de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2 y de la A.B.A.P.

El pasado 24 de noviembre del 2018, el psicoanalista Marcelo Marotta (Psicoanalista, director del CID de Bahía Blanca del IOM2 y docente) brindó una conferencia sobre: Institución, síntoma y angustia en las instituciones de salud en el marco del Seminario de Estudios Clínicos 2018: “Angustia y trasferencia en la práctica psicoanalítica” propuesto por la Delegación Río Gallegos del IOM2.
Se interroga si la angustia en nuestra época es diferente a la angustia que describió Freud en su época, y la redefinición de la angustia freudiana operada por Lacan. Las palabras de Marotta al respecto fueron esclarecedoras expresando que el progreso de las investigaciones científicas de la época se encuentra estrechamente ligadas a la angustia, es decir, el proceso de la ciencia hoy también produce angustia. Asimismo, recalco que las tecno-ciencias con los nuevos aparatos permiten diagnosticar enfermedades de manera muy temprana, como otro aspecto a destacar.
La angustia es un apronte, es un prepararse a lo que podrá ser la descarga del acto, es la huida o el ataque, dice Freud. Así podría decirse que el hombre se protege del horror mediante la angustia, es esa señal de alarma que le permitirá al sujeto hacer algo.
La posición como practicantes del psicoanálisis es acompañar al sujeto que transite y atraviese la angustia de la mejor manera. No podemos hablar de modos, pero sí de fuentes de angustia. El sujeto parece tener que adaptarse no solo a las condiciones que impone la irrupción de la ciencia en el mundo, sino también a los productos de tecno-ciencia a los cuales estamos todos sometidos y beneficiados.
Nuestra época se haya dominada por la combinación del discurso de la ciencia y del capitalismo, esta combinación ha determinado nuevos modos de vínculos, reestructurando la experiencia humana a modo diferente en la que se desplegaba tradicionalmente. Hay un ideal consumista que intenta convencer al sujeto que todo lo que desea lo puede lograr con su mérito individual, propiciando una adoración tecnológica que se sostiene en la publicidad. Además del intento de homogeneización, este ideal obliga y empuja a conseguir siempre un objeto más, con el que se promete la obtención de un goce. Al referirnos a modos de goce que están determinados por ciertos objetos: “Gadget” en Psicoanálisis aludimos a “estilos de vida”
La angustia de nuestra época se vincula al culto por lo nuevo. Lo nuevo es solo nuevo en el minuto presente luego de este, muere la novedad del objeto. ¿es el sujeto que no quiere ser obsoleto?.
Este modo de angustia de hoy tiene dos perspectivas: Por un lado la presencia de una tensión superyoica que no permite disfrutar de que uno tiene y por otro lado ese gusto por lo nuevo que hace que el objeto se vuelva obsoleto al poco tiempo, generando las nuevas formas del síntoma que es la compulsión a comprar como defensa contra la angustia.
 En la cultura siempre esta lo falsamente nuevo de la novedad mercantil, finalmente todo se trata de lo mismo, lo nuevo son solo vestimentas por eso decimos que hay distintas fuentes de la angustia, pero la angustia siempre es la misma.
El capitalismo produce desechos, que terminan siendo los magníficos objetos de consumo que producimos y la decadencia de toda novedad puebla el mundo de objetos que hay que remplazar. Se puede pensar al movimiento ecologista como respuesta para que el mundo no se convierta en un vasto desecho, el fantasma del progreso intenta velar el “no saber” qué hacer con estos.
Por otro lado, el psicoanálisis tiene una propuesta para la pregunta ¿Qué hacer con nuestros desechos a nivel subjetivo, con eso que no funciona?
El “desecho” a nivel subjetivo se trata en un análisis y el  fin de análisis pensado como un saldo de saber, saber hacer con eso obsoleto que se repite en el sujeto a modo de goce, hablando en términos Lacanianos.
En el psicoanálisis propone tratar el caso por caso. El psicoanalista como dice Eric Laurent es un psicoanalista ciudadano reconociendo los significantes que se imponen en la época. El psicoanálisis parte del fracaso, el fracaso es su causa, es decir, de cada falla hace una causa que lo empuje. El fracaso o la falla hay que sostenerla para percibir el momento de decir algo no de ella, sino a partir de ella por lo tanto no tenemos que obturarla.
La escucha analítica permite no aplacar la angustia que el paciente trae, sino acompañar a atravesarla de modo que el sujeto encuentre una solución que sea la suya singular expresada desde el hallazgo de un acto resolutorio. La angustia es siempre un pasaje que hay que atravesar antes del acto resolutorio.
Refiere también como las clasificaciones diagnósticas actuales han sustituido el concepto de angustia por el de ansiedad y en su forma extrema por el ataque de pánico. Dichos tratamientos apuntan a la universalización de los sujetos, pero el psicoanálisis Lacaniano propone un tratamiento que apunta a la singularidad del sujeto atendiendo lo que caracteriza la particularidad de su modo de goce, ya que es lo que efectivamente le da el toque singular a cada uno.
La angustia de nuestra época despojada de su nueva vestimenta es la misma angustia de ayer y también la de mañana que Freud definió como: la reacción del yo que funciona como una señal ante el peligro, y Lacan lo tomo como la señal para que el sujeto quede advertido de un deseo que concierne al ser mismo que puede expresarse en la pregunta: ¿Qué soy yo ante el deseo del otro?. No cabe duda que pueden aparecer nuevas formas ofrecidas por la cultura actual que promueven una situación de angustia.


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miércoles, 5 de diciembre de 2018

"Cuerpos agitados" - Diciembre 2018

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


"Cuerpos agitados"

(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, diciembre de 2018)

Autor: 
Lic. Cintya González (Co-responsable de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2 y 
Miembro de la A.B.A.P.) – Lic. Natalia Pelizzetti (Miembro del IOM2 y Presidente de la ABAP)

Las personas, en estos tiempos, llegan a los consultorios afectados por todo tipo de malestares, sin asociación  alguna entre lo padecido y lo acontecido.
Nos interrogamos por la agitación del cuerpo en consonancia con las exigencias de la época, vemos la aceleración en el transcurrir cotidiano, el empuje al éxito y al consumo de productos, el exceso de trabajo, la irritabilidad, intolerancia e individualismo que trae aparejado consecuencias en las relaciones sociales, en la convivencia con el otro. ¿A qué nos referimos con agitación? A estados de nerviosismo, exaltación, hiperactividad, tensión, sensación de inquietud.
De las sensaciones de nuestro cuerpo cada uno hace una interpretación a través de palabras y eso permite poder darle un sentido a lo que uno siente, y así hay un registro de las propias vivencias.
La palabra en su dimensión simbólica, en nuestra época está en decadencia, el sentido que le damos a lo que nos pasa es cada vez más escaso, hay menos lugar a la búsqueda de un sentido, de interrogarnos. Esto tiene consecuencias en las manifestaciones psicopatológicas, el aumento de los ataques de pánico, la hiperactividad. Hay menor registro de las señales corporales, no hay lugar al malestar, y vemos el incremento de personas que sufren desde contracturas, hasta  ACV, infartos, hemorragias digestivas, fibromialgias, otras.
Como uno de los ejemplos en el ámbito “psi” de manifestación de malestar actual se encuentra el ya muy conocido “ataque de pánico” cuya evidencia es la ausencia máxima de sentido: de pronto algo surge que desespera al sujeto, llevándolo hasta la máxima sensación de vértigo, pero cuando se intenta precisar que fue lo que pasó, allí no ocurrió nada, o lo que ocurrió no tienen ningún sentido, no hay sentido que pueda evitar o explicar lo que allí ha sucedido. No hay palabra que nombre, que apacigüe, lo que acontece.
Para aportar otro ejemplo de lo expuesto citamos una alusión que se repite entre las personas adictas o  que establecen una relación problemática con alguna sustancia, especialmente al alcohol: “el cuerpo me pide”. ¿Cómo es que el cuerpo puede pedir algo, en este caso alcohol?, ¿ante que situaciones ocurre esto?
El hábito toxicómano, el de consumir,  está dirigido al cuerpo directamente, a generar efectos en el organismo. “cuando discuto con mi familia, me siento mal y me dan ganas de tomar” dice un paciente en recuperación, parece que ante episodios de frustración y conflicto surge el impulso de tomar, anestesiando el cuerpo a través del uso del alcohol,  no habiendo nada del orden del pensamiento que intervenga a fin de limitar o evitar tal impulso.
  Se puede observar  un funcionamiento donde el cuerpo está separado de la psiquis y no puede ser mediatizado por la palabra de modo tal que ese cuerpo no es apropiado sintiéndolo como ajeno, como si la cabeza fuera para un lado y el cuerpo para otro sin conexión alguna. Esto permite desimplicarse, o sea no responsabilizarse de los efectos de sus actos ni sus dichos obturando la posibilidad de preguntarse por el deseo y de asumir el peso de las decisiones.
Vemos que la idea de unidad del cuerpo a quedado atrás y lo que está en marcha es más una ajenidad del cuerpo, y a la par, la búsqueda de un alivio inmediato, instantáneo, fuera del sujeto, en las drogas, el alcohol, medicación, etc…. ¿cómo obtener un dominio de nuestro cuerpo?. Para ello, primero hay que apropiárselo. De ahí que uno podría detenerse y tener un límite, ya que sabemos que toda acción humana está comandada por una satisfacción. En este sentido todo puede convertirse en adictivo.
Para pensar al respecto del uso de alcohol  vemos que hay un placer en juego y es difícil definir  el límite  e interrogarnos ¿hasta dónde el daño que alguien se hace, bebiendo en exceso,  afecta a los demás, y afecta al orden público?
Si el cuerpo es entendido como totalmente privado cada uno podría decidir qué hacer…si lo entendemos como público, el tema es más difícil de conciliar porque da lugar a la intervención de instituciones sanitarias, judiciales, etc.,  cuyos actores intervinientes comienzan a tomar decisiones sobre la vida de un sujeto.
De acuerdo con los desarrollos del psicoanálisis cabe aclarar que el cuerpo  es una noción que cada uno construye y es  la sede de la satisfacción. Puede pensarse al cuerpo como una caja de resonancia como  efecto del lenguaje, registrando por un lado cómo nos llegan algunos dichos, como las palabras nos tocan y  también reconociendo como se obtiene satisfacción, pensemos como con los piropos.
La idea de cuerpo como caja de resonancia fundamenta la existencia de espacios analíticos que generen la posibilidad de ligar el cuerpo con la mente y posibilitar cambios subjetivos en cada uno de nosotros.

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