A- Partimos de la base que
las Instituciones tienen una función normativa, son mecanismos de
índole social cuya función es ordenar y normalizar la conducta y el
comportamiento de un grupo de individuos, por medio de normas o
reglas, en pos de un bien social común que trasciende lo individual.
Por lo cual, toda institución se funda sobre un Ideal. Ideal de
armonización, podríamos agregar.
Para
el Psicoanálisis, desde que Sigmund Freud escribió “El malestar
en la cultura” en 1930, hay una axioma a priori: dicho malestar es
imposible de eliminar por completo. Por lo cual, se pone en jaque el
sostener ciegamente esos Ideales sobre los que se fundan las
instituciones.
El
Ideal se funda en la lógica de un “para-todos”, que excluye las
condiciones necesarias para que cada sujeto, inserto o atravesado por
una institución, pueda manifestar las particularidad de su
sufrimiento. No todo adicto, víctima de violencia de género, en
conflicto con las normas jurídicas, y todos los síntomas y
fenómenos contemporáneos que podamos citar, no todos se inscriben
bajo la misma lógica en su sufrimiento. No todos llegan de la misma
manera, por lo cual no todos pueden salir del malestar bajo la misma
égida. Para decirlo de otro modo: no todos responden al mismo
protocolo.
Una
de las funciones del Ideal es instaurar una medida de Tiempo (si no,
estaríamos en el ámbito de la Utopía). Tiempo social o tiempo
institucional, que no se corresponde al tiempo subjetivo de los
sufrientes. Y esta discordancia, esta no armonización entre las
partes, genera un malestar que, en caso de no elaborarse, puede
llevar a todo tratamiento y/o intervención posible (y no sólo hablo
de instituciones de salud mental) al rotundo fracaso.
Es
aquí que la presencia de un psicoanalista puede marcar la
diferencia. Ya que es en esto mismo, en este juego de palabras, su
función central dentro de las instituciones: marcar la diferencia.
Delimitar e introducir (en el armado de una estrategia terapéutica,
grupal, comunitaria, etc.) lo que la lógica del “para-todos”
excluye: la particularidad. Ese rasgo que diferencia a un sujeto (a
un grupo de ellos, etc.) y que lo hace diferente al resto de las
situaciones sobre las cuales una institución debe/tiene/puede
intervenir. El psicoanalista no