miércoles, 15 de abril de 2015

El niño y los consumos - Abril de 2015

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


EL NIÑO Y LOS CONSUMOS
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 15 de Abril de 2015)

Autor: Lic. Mariana Filippo
(Miembro Docente de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)

La experiencia de la infancia en nuestra época es más solitaria que en el Siglo XX” refiere el psicoanalista Eric Laurent en la conferencia “El psicoanálisis y la crisis del control de la infancia”i Aseveración fundamentada en diversos factores, entre ellos, la movilidad parental, ya sea por las dificultades de los padres para insertarse en el mercado laboral, la llamada al trabajo de las mujeres como nunca se vio antes.
A lo antedicho se agrega, la reducción del número de hijos en las familias, abuelos que –si bien con mayor longevidad- viven más lejos. Por otro lado, si bien tenemos las familias recompuestas que si bien resuelven algunos de estos problemas, a su vez, producen nuevos.
De esta manera la infancia se ve más afectada por el individualismo de masa de la época. Son niños más solitarios, que pasan un tiempo considerable en chats, juegos en red, frente al televisor, etc. “Todas estas pantallas miran a la infancia, los cuidan, instalan una dependencia que el niño reencontrará cuando sea más grande en las ofertas del mercado de las drogas adaptadas a la adolescencia”.

La industria de producción de niños
Aquí lo que queda velado, es la condición del niño producido como objeto, objeto de goce. Cuestión que resulta más evidente en nuestra época gracias a los aportes de la biología
que ha separado la filiación de la gestación de un niño.
Mientras en el Siglo XX se trataba de la reproducción asistida, en el Siglo XXI tenemos una procreación inventada, un nuevo modo de introducir líneas reproductivas. Por ejemplo, a partir de células madres tomadas de dos hombres se puede formar un embrión con el código genético de ambos.
Diversas técnicas que hacen a una verdadera industria de producción de niños, lo cual implica un control de calidad en todos los niveles, dado que el fantasma que la rodea, y está en todas partes, es el deseo de producción de un niño con cero defecto. En esta voluntad de defecto cero hay una multiplicación enloquecedora de controles y normas para la infancia en gestación, vale decir, una infancia bajo control desde el mismísimo momento de la procreación.
Aún en las sociedades no regidas por las leyes del mercado, hay sistemas de control de la producción de niños. Tal es el caso de China, la imposición del hijo único tiene sus efectos colaterales no sólo en la generalización de la corrupción sino en la depresión de las madres y exilio voluntario para tener hijos fuera del país. En Turquía, se impuso la obligatoriedad para las mujeres turcas de tener tres hijos, cuando allí el promedio era de dos, muy cercano a las cifras europeas. Por otro lado, vemos al niño erigirse como objeto de lujo. En Alemania, un tercio de las mujeres no quieren hijos en contrapartida, se ha vuelto un objeto de lujo para otras! O dicho por un economista de Singapur, refiriéndose al estilo de vida: “El costo de un niño supera claramente su utilidad” Vemos entonces que a menor utilidad, más se convierte el niño en objeto de pasión.

La crisis del control de la infancia y sus síntomas
De lo más particular resulta el enloquecimiento con los niños respecto de las etiquetas médico legales. En Estados Unidos, la ayuda social debida a un diagnóstico psiquiátrico se ha multiplicado 35 veces en los niños, entre 1987 y 2007. “Ahora el trastorno mental de los niños es la causa principal de su deshabilidad” mucho más que las minusvalías otrora reconocidas como retraso psicomotor o síndrome de Down (las cuales habían dado origen a estos programas de ayuda).
En ese sentido, desde la implementación del controvertido DSM IV se impusieron tres epidemias que no se pueden - ni han querido- controlar: autismo, trastorno de déficit de atención y trastornos bipolares. Frente a los efectos perversos de las clasificaciones no basta con la multiplicación de las instancias de control, ni con la reducción de criterios que conduzcan a ese diagnóstico para disminuir el porcentaje de rotulados. La crisis del control y sus síntomas, da lugar a la voz del sujeto niño en los recovecos de los discursos establecidos, y hace posible al analista de responder a lo que se puede escuchar, en lugar de silenciar.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
 

0 comentarios:

Publicar un comentario