miércoles, 4 de enero de 2012

¿De qué sufren los niños? - Enero de 2012

I N S T I T U T O   O S C A R    M A S O T T A
D e l e g a c i ó n  R í o  G a l l e g o s


¿DE QUÉ SUFREN LOS NIÑOS?
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 04 de Enero de 2012)

Autor: Lic. Mariana Filippo
(Responsable Local del I.O.M. - Delegación Río Gallegos)


Con el fin de responder a la pregunta planteada en el título, hemos recurrido al archivo de la delegación. El 9 de junio de 2007, contamos con la visita del psicoanalista Alejandro Daumas, quien disertó al respecto, valiéndose de su propia práctica con niños.
En primer lugar  propuso tratar los problemas que presentan los niños al psicoanálisis abordando la intersección posible entre el psicoanálisis y la infancia, las conexiones entre ambos discursos, conservando - a  la vez - la especificidad que le atañe a cada uno. Localizó las referencias freudianas de esta conexión en el prólogo de Freud al libro de Aichorn “Juventud descarriada” de 1926. Señaló la imposibilidad lógica de los discursos educativo, psicoanalítico y gobierno. En cuanto al niño, lo mejor que puede hacer  es intentar ser niño y el adulto, saber acerca del niño que él mismo fue, lo cual es posible vía análisis revisando su padecimiento neurótico.
Para situar los problemas que presentan los niños al psicoanálisis, ubicó en este campo de intersección algo fundamental: la diferencia sujeto-individuo en relación a las coordenadas estructura-desarrollo articuladas a la vez, con deseo y demanda.
El desarrollo es aquello que le pasa al individuo, íntimamente vinculado con cuestiones del cuerpo. Su opuesto es la estructura, lo más propio del sujeto en su ligazón con el mundo simbólico. Sobre este par (desarrollo-estructura) se ubican los momentos de sufrimiento del niño en distintos ámbitos, ya sea la familia, la escuela y otras instituciones. Es muy frecuente que este sufrimiento resulte enigmático para los adultos. Frente a esto imperan dos tipos de respuesta:
- las respuestas directamente consecuentes con la ley del mercado, silenciar el síntoma con respuestas universalizantes.
- o bien, la postura que adopta el psicoanálisis y otras prácticas vinculadas al campo educativo que rescatan la singularidad para comprender y abordar la dolencia de un niño sin precipitarse  a un prescripción generalizada (para todos la misma). El niño con su síntoma pretende dar una respuesta particular a sus condiciones de existencia. El niño se ve confrontado con las preguntas fundamentales del ser. Así también el adulto se pregunta sobre la existencia del niño “El niño funciona para el adulto como otro enigmático” (Laurent) cuyo extremo permite pensar la pedofilia, bajo la pregunta ¿qué esconde un niño?
Entre las preguntas del niño y las respuestas que recibe del Otro hay un abismo, un vacío. Aquí Daumas dejó una valiosísima indicación respecto del tratamiento de ese vacío: no tomar el lugar del analista como el de las buenas respuestas sino acompañar al niño en las respuestas que él mismo  elabora y hacerlo responsable de ellas. Si no se hace responsable, conducir  hacia una modificación de esas respuestas.
Desarrollo y estructura pueden pensarse como modos de nombrar los síntomas -ya contemplados en el “Acta de Fundación de la EFP” por Lacan cuando define la especificidad de la noción de curación para el psicoanálisis-. Éstos a su vez, se articulan  al deseo y a la demanda del Otro. A lo largo del desarrollo que toma el cuerpo del niño, éste es objeto de demandas diversas, destete, retención de esfínteres, educación, etc. Más esto que se le pide se articula al deseo del Otro. De aquí que se puede entender como síntoma del desarrollo cuando el deseo se equilibra alrededor de la demanda. Por ejemplo, las típicas fobias a la soledad, la oscuridad, miedo al adulto, etc podrían incluirse en este grupo. Hay detalles en la forma que tiene el niño de abordar su relación al Otro, esos detalles  son los síntomas del desarrollo, en los cuales se equilibra la relación entre el deseo y la demanda y esos síntomas pasan, sobre todo en los miedos. Frente a estas demandas muchas veces basta con una intervención de acompañar al niño por un tiempo, el síntoma desaparece, no constituye una verdadera fobia. Freud los define “episodios regulares del desarrollo” en el Capítulo 9 de “Inhibición, síntoma y angustia”. Daumas agregó  los síntomas de estructura.  Son síntomas que se asientan en una neurosis desencadenada en la infancia. El síntoma de estructura está siempre en relación al Otro, no solo a la demanda del Otro como serían los del desarrollo sino al deseo del Otro. A diferencia de los síntomas del desarrollo aquí se produce un desbalance  entre el deseo y la demanda, o se privilegia el deseo del Otro sobre la demanda y produce perturbaciones; o se  privilegia la relación a la demanda. Este último es el forzamiento que a veces escuchamos en sujetos que tienen enuresis, encopresis, el niño sintomatiza  la presencia feroz de la demanda del Otro Significativo, aún cuando haya un deseo por parte de ese Otro.
Otro problema que se suma  en la práctica con niños es que habitualmente los síntomas siempre están ubicados en relación a la atribución del deseo o de la demanda del Otro Significativo sobre el niño, decir por ejemplo “no me come”. Esto explica los reiterados inicios de tratamiento sin una  predisposición favorable por parte del niño pues éste cree que no tiene nada o duda del decir de sus padres y es más que nada una atribución de los padres sobre el niño.
En el análisis con niños se trata de conducir a que esa atribución del Otro tenga cierto peso de existencia, vale decir, tender a la implicación subjetiva, condición necesaria para producir una rectificación. En el niño también es importante producir esa rectificación subjetiva más que nada haciendo rectificar la atribución del otro (padres) para que ese síntoma tenga peso respecto de su propia existencia.
El síntoma clínico es testimonio del fracaso de la función del síntoma del desarrollo en tanto queda fijado, con una permanencia en el tiempo. Lo más importante es ver al servicio de qué está, es decir, tenemos que hacer  el diagnóstico de estructura. Daumas concluyó esta animada clase con la puntualización de dos riesgos como analistas en la práctica con niños: el uso indebido del saber  y de la mirada.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis.
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com

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