miércoles, 19 de abril de 2017

¿Qué fué de "Su majestad, el bebé"? - Abril de 2017

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


¿QUÉ FUE DE "SU MAJESTAD, EL BEBÉ"?
(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, el día 19 de Abril de 2017)

Autor: Lic. Natalia Pelizzetti
(Miembro de la Delegación Río Gallegos perteneciente al I.O.M.2.)

El pasado 08 de abril del corriente año, se llevó a cabo la conferencia “La desilusión de los padres – Impotencia y angustia”, dictada por nuestra docente invitada Claudia Castillo (Bs. As) en el marco del proyecto de extensión y vinculación universitaria entre la U.N.P.A. y la Asociación de la Biblioteca Austral de Psicoanálisis. En el presente artículo se extraen algunas ideas de la disertación, expresadas a modo de reseña que dan lugar a interesantes reflexiones e interrogantes.
El nombre de dicha conferencia, parte de la observación clínica más frecuente: padres de adolescentes que en determinada época del año solicitan intervención de un analista para tratar las dificultades académicas que presentan sus hijos en el colegio. En general consultan ante dicha observación: “no está interesado en estudiar”. Durante las entrevistas se escucha a padres que ponderan las cualidades de su hijo/a en la primera infancia en contraposición a lo que ocurre en la adolescencia, apareciendo la decepción en ellos.
En la conferencia, se retoma a un texto de Freud, “Introducción al narcisismo” (1914), en el cual expresa que, en el discurso de los adultos, prevalece una sobrestimación de las cualidades del niño, alimentado por el antiguo narcisismo de los padres, al que han renunciado producto de la educación y otros procesos de socialización; esa añoranza resurge ahora depositada en el niño. Esta situación coloca al niño en una posición tan sobreestimada y alejado de toda crítica negativa, que Freud lo denominó: “su majestad el bebé”.
Llegada la adolescencia, momento de declinación de este niño idealizado, al no cumplir con

las expectativas de los padres, éstos, decepcionados, no saben qué hacer. La impotencia y la angustia de los adultos llevan a una demanda de intervención de un profesional. La queja que los lleva a consultar ronda en torno al desinterés en la lectura y el estudio, cuyo efecto recae en la posibilidad de repetir el año. Ante la intervención que señala que quizás ellos mismo tampoco estén interesados en la lectura, se reafirma que la falla es del joven.
El adolescente, ya frente a un analista, se ve compelido a responder: ¿Qué lo trae a la consulta?. Ante esto, suelen decir que ya sus padres hablaron por ellos, situando la demanda en sus referentes adultos. Ya en sesión, se les ofrece que hablen de que lo quieran, dando a entender al joven que el analista no es un aliado a los padres, sino que está dispuesto a escucharlo.
Jacques-Alain Miller (“En dirección a la adolescencia”) nos orienta a pensar a la adolescencia como una construcción. La nombra como un tiempo de comprender y a la pubertad como un real traumático, una metamorfosis en el cuerpo biológico que hay que poner en palabras, no sin dificultades y atolladeros. Señala tres cuestiones en este periodo: 1ero. - la salida de la infancia, es decir de la pubertad como momento de dar cuenta del cuerpo del Otro entre los objetos de deseo; 2do. - segundo respecto de la diferenciación sexual; y por último la intromisión del adulto en el niño. Esto último, puede observarse en algunos aspectos de la vida del sujeto, por ejemplo, ante enfermedad de la madre asume un rol adulto cuidándola, a la vez que se comporta inmaduramente en el colegio.
Miller, tomando aportes de un psicólogo americano, Robert Epstein, se pregunta: ¿qué hace que un adolescente se vincule con sus pares sin que tomen a los adultos como modelos? Claudia Castillo, comenta un artículo de su autoría que da cuenta de esto al tratar sobre el fanatismo de jóvenes hacia el famoso grupo ”One Direction”, donde se pregonaban ideales horizontales, o sea entre los pares, avalados por los propios adultos que ya no resultan válidos como modelos a seguir.
Ante esto, podemos preguntarnos: ¿los padres a su vez dejan desprotegidos a los jóvenes?, ¿los padres qué esperan de sus hijos? Preguntas interesantes, señalando que es un momento en que la propia sexualidad de los padres reaparece de modo abrumante, mostrándose amorosos con sus hijos durante la infancia y devenido ese niño en adolescente no saben cómo acercarse a ese nuevo cuerpo. Madres que compiten con sus hijas, padres que se idealizan pretendiendo que sus hijos realicen sus propias hazañas.
German García (“Recurrir a la infancia”) se pregunta ¿Qué pasa con la infancia? En el lenguaje implacable de la economía se dirá que los hijos necesitan a los padres, pero los padres ya no necesitan a los hijos. No proyectan en ellos, ni con ellos ni para ellos. Ante la pregunta: ¿Qué espera Ud. de su hijo? Muchos padres no saben que contestar, o lo hacen con respuestas desorientadoras: “quiero que sea feliz”. En la pretensión de ser comprensivos, los padres no le piden nada, no se los obliga nada, no se espera nada de ellos. Se aspira a un grado de salud psíquica que ellos mismos no pretenden ni pueden alcanzar; por ejemplo, se les pide que lean cuando ellos no lo hacen, que sean deportistas cuando presentan problemas de obesidad. Padres que, abrumados por la cotidianeidad no encuentran lugar ni modos para estar con sus hijos.
Juan Mitre (“La adolescencia: esa edad decisiva”) hace referencia a que los adolescentes, como todos los seres hablantes, son extranjeros de ellos mismos. En la pubertad la emergencia pulsional, con los cambios fisiológicos que implica, da vuelta todo el mundo en el que se sostenía el sujeto, produciéndose una caída de los ideales. De lo que se trata, entonces, es de acompañar al adolescente en la búsqueda de nuevas respuestas.
German García hacía referencia a la adolescencia como un tiempo de tormenta, si uno se apura en aplacar esa tormenta se empuja a que no se conozca a quien se tiene en frente.
Claudia Castillo afirma que, ante la fuerte apuesta narcisista de los padres hacia los niños pequeños, éstos decepcionados no operan sobre el hijo que tienen, sino sobre el que quisieran tener.
Al final de la conferencia, nuestra invitada concluyó con una reflexión: la desilusión, la impotencia y la  angustia pueden ser afectos que posibiliten el encuentro con ese “extranjero” de la familia que a través de sus síntomas demanda la presencia de un referente adulto que lo oriente, no sin límites y con amor, a inventarse a sí mismo
.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
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