miércoles, 3 de diciembre de 2014

Cuando un niño se distrae - Diciembre de 2014

I N S T I T U T O   O S C A R   M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n   R í o   G a l l e g o s


CUANDO UN NIÑO SE DISTRAE
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 03 de Diciembre de 2014)

Autora: Lic. Alicia Marta Dellepiane
(Directora de Nepyac, Responsable del Gabinete psicológico y psicopedagógico de la Mutual Universitaria Ugarte, Miembro de la E.O.L. y el Centro Descartes; nepyac@gmail.com)

Nos han preguntado: ¿por qué se distraen los niños en clase “más de lo común”? Podríamos preguntar a la vez: ¿qué quiere decir “más de lo común”? Pero supongamos que estamos apuntando a aquellos que pueden ser considerados como los “eternos distraídos"; podríamos preguntar nuevamente ¿los distraídos que no rinden en clase porque no entienden lo que se les explica o los distraídos que, pese a que los maestros pueden llegar a considerarlos como “los que siempre están en las nubes”,  a la hora de ser evaluados tienen un buen rendimiento? Pero también podríamos encontrar otras diferencias entre las categorías de distraídos: aquellos que tienen períodos de distracción más marcados que otros; los que se distraen cuando se sientan al lado de determinados compañeros (lo que generalmente algunos maestros solucionan no permitiéndoles sentarse juntos aunque lo deseen); los que se distraen en algunas materias pero en otras no.
Y así como podríamos continuar encontrando múltiples matices, categorías y subcategorías de “distraídos en clase”, podríamos encontrar múltiples respuestas como las causas que producen la distracción.
Si la consulta al pediatra descarta las causas orgánicas, tendremos que considerar esta actitud como un llamado de atención del sujeto infantil a las instituciones (familia, escuela, etc.) que lo sostienen en su crecimiento.
La distracción puede acompañarse de desgano, falta de interés, hermetismo en la  comunicación; muchas
veces esto no afecta la tarea escolar, pero sí afecta al niño y debe ser considerado como un síntoma. Esto es lo que los padres tienen que poder escuchar en sus hijos para realizar la consulta pertinente, o lo que el maestro puede sugerir a la familia cuando la situación se presenta en clase y no se ha detectado en la casa. 
El llamado síndrome de déficit atencional (ADD, DDA, ADHD) ha sido la vedette de los últimos años y vino acompañado de múltiples ofertas de tratamiento, con medicación o sin ella, que intentan apaciguar esta nueva manifestación del malestar en la cultura.
Decir por qué un niño se distrae no es una pregunta simple porque no tiene una sola respuesta. Los padres pueden ayudar a sus hijos –y los maestros a sus alumnos– cuando saben escucharlos y admitir la necesidad de abrir un espacio diferente a la casa y la escuela. Un espacio donde pueda desplegarse la pregunta por ese síntoma que funciona como un enigma para ellos y para el niño también, sin apurar los tiempos en nombre de una supuesta eficacia inmediata que no produce sino la obturación de la pregunta para calmar sus propias angustias y el desplazamiento del síntoma a otras manifestaciones cada vez más oscuras e inaccesibles.
Hace varios años que estamos realizando, desde la perspectiva del psicoanálisis, investigaciones acerca de las variadas respuestas que se han intentado para dar cuenta del malestar que producen los problemas de la infancia, la adolescencia y la familia, a disciplinas tales como la educación, la psicología, la psicopedagogía, la sociología, la neurología, la psiquiatría y la pediatría. 
De las múltiples problemáticas a investigar y de las tareas que nos proponemos, podemos mencionar un trabajo de coordinación con otras instituciones e instancias sociales, centrados en la dificultad que presenta, por los diferentes discursos que atraviesan a un sujeto, la realización del diagnóstico diferencial y el alojamiento de estos sujetos en los dispositivos institucionales que deben albergarlos. Esto nos obliga permanentemente a actualizar los conocimientos sobre la familia moderna, e investigar la singularidad del niño en esa dinámica.
También observamos la necesidad de estudiar la constelación del consumo (teniendo en cuenta que no se trata sólo de drogas) ya que bulimia y anorexia –de manera preferencial entre los adolescentes– aparecen como cuestiones que nos ponen a trabajar desde distintas perspectivas. Desde la salud mental y la psiquiatría, las cuales –después del psicoanálisis de Jacques Lacan– se ven llevadas a enfrentar la regla general con la particularidad del sujeto, observamos la necesidad de actualización permanente para conocer los efectos de los psicofármacos y sus consecuencias.
Esto puede dar cuenta de la complejidad a la que alude el tema en una pregunta que surge con tanta simplicidad y, a la vez, invitar a aquellos que se sientan interesados por estas problemáticas a indagar sobre estos temas, desde un lugar que no apunte a cerrar rápidamente una pregunta sino a desplegarla en toda su posible extensión.

Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com

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