I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
"Cuerpos agitados"
(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, diciembre de 2018)
Autor:
Lic.
Cintya González (Co-responsable
de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2 y
Miembro de la A.B.A.P.) – Lic. Natalia
Pelizzetti (Miembro del IOM2 y Presidente de la ABAP)
Las
personas, en estos tiempos, llegan a los consultorios afectados por todo tipo de
malestares, sin asociación alguna entre
lo padecido y lo acontecido.
Nos
interrogamos por la agitación del cuerpo en consonancia con las exigencias de
la época, vemos la aceleración en el transcurrir cotidiano, el empuje al éxito
y al consumo de productos, el exceso de trabajo, la irritabilidad, intolerancia
e individualismo que trae aparejado consecuencias en las relaciones sociales,
en la convivencia con el otro. ¿A qué nos referimos con agitación? A estados de
nerviosismo, exaltación, hiperactividad, tensión, sensación de inquietud.
De las
sensaciones de nuestro cuerpo cada uno hace una interpretación a través de
palabras y eso permite poder darle un sentido a lo que uno siente, y así hay un
registro de las propias vivencias.
La
palabra en su dimensión simbólica, en nuestra época está en decadencia, el
sentido que le damos a lo que nos pasa es cada vez más escaso, hay menos lugar
a la búsqueda de un sentido, de interrogarnos. Esto tiene consecuencias en las
manifestaciones psicopatológicas, el aumento de los ataques de pánico, la
hiperactividad. Hay menor registro de las señales corporales, no hay lugar al
malestar, y vemos el incremento de personas que sufren desde contracturas,
hasta ACV, infartos, hemorragias digestivas, fibromialgias, otras.
Como uno de los ejemplos en
el ámbito “psi” de manifestación de malestar actual se encuentra el ya muy
conocido “ataque de pánico” cuya evidencia es la ausencia máxima de sentido: de
pronto algo surge que desespera al sujeto, llevándolo hasta la máxima sensación
de vértigo, pero cuando se intenta precisar que fue lo que pasó, allí no
ocurrió nada, o lo que ocurrió no tienen ningún sentido, no hay sentido que
pueda evitar o explicar lo que allí ha sucedido. No hay palabra que nombre, que
apacigüe, lo que acontece.
Para
aportar otro ejemplo de lo expuesto citamos una alusión que se repite entre las
personas adictas o que establecen una
relación problemática con alguna sustancia, especialmente al alcohol: “el
cuerpo me pide”. ¿Cómo es que el cuerpo puede pedir algo, en este caso
alcohol?, ¿ante que situaciones ocurre esto?
El
hábito toxicómano, el de consumir, está
dirigido al cuerpo directamente, a generar efectos en el organismo. “cuando
discuto con mi familia, me siento mal y me dan ganas de tomar” dice un paciente
en recuperación, parece que ante episodios de frustración y conflicto surge el
impulso de tomar, anestesiando el cuerpo a través del uso del alcohol, no habiendo nada del orden del pensamiento
que intervenga a fin de limitar o evitar tal impulso.
Se puede observar un funcionamiento donde el cuerpo está
separado de la psiquis y no puede ser mediatizado por la palabra de modo tal
que ese cuerpo no es apropiado sintiéndolo como ajeno, como si la cabeza fuera
para un lado y el cuerpo para otro sin conexión alguna. Esto permite desimplicarse,
o sea no responsabilizarse de los efectos de sus actos ni sus dichos obturando
la posibilidad de preguntarse por el deseo y de asumir el peso de las
decisiones.
Vemos
que la idea de unidad del cuerpo a quedado atrás y lo que está en marcha es más
una ajenidad del cuerpo, y a la par, la búsqueda de un alivio inmediato,
instantáneo, fuera del sujeto, en las drogas, el alcohol, medicación, etc….
¿cómo obtener un dominio de nuestro cuerpo?. Para ello, primero hay que
apropiárselo. De ahí que uno podría detenerse y tener un límite, ya que sabemos
que toda acción humana está comandada por una satisfacción. En este sentido
todo puede convertirse en adictivo.
Para
pensar al respecto del uso de alcohol vemos que hay un placer en
juego y es difícil definir el límite e interrogarnos ¿hasta
dónde el daño que alguien se hace, bebiendo en exceso, afecta a los
demás, y afecta al orden público?
Si el
cuerpo es entendido como totalmente privado cada uno podría decidir qué
hacer…si lo entendemos como público, el tema es más difícil de conciliar porque
da lugar a la intervención de instituciones sanitarias, judiciales, etc., cuyos actores intervinientes comienzan a tomar
decisiones sobre la vida de un sujeto.
De acuerdo con los desarrollos
del psicoanálisis cabe aclarar que el cuerpo es una noción que cada
uno construye y es la sede de la satisfacción. Puede pensarse al
cuerpo como una caja de resonancia como efecto del lenguaje, registrando por un lado
cómo nos llegan algunos dichos, como las palabras nos tocan y también reconociendo como se obtiene satisfacción,
pensemos como con los piropos.
La
idea de cuerpo como caja de resonancia fundamenta la existencia de espacios
analíticos que generen la posibilidad de ligar el cuerpo con la mente y
posibilitar cambios subjetivos en cada uno de nosotros.
Auspicia: Colegio de Psicólogos de la Provincia de Santa Cruz
Asociación de la Biblioteca Austral de Psicoanálisis
0 comentarios:
Publicar un comentario