I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
AÚN LOS ILIMITADOS TIENEN UN LÍMITE
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 19 de Febrero de 2014)
Autor: Lic. Verónica Ortiz
(I.O.M.2 - Delegación San Fernando)
Una conocida empresa de comunicaciones nos hace una interesante propuesta desde sus afiches publicitarios: ser “ilimitados”. ¡Nada más y nada menos! Corrijo, “nada más” no, porque lo sin-límite se fuga en una deriva al infinito de tal modo que no se podría pensar en “nada más” ya que es necesario un “hasta acá” para pensar en “más allá de acá”. “Nada menos” es lo que nos promete la publicidad; allí radica el truco: que no exista el menos, que no exista la falta.
La falta es algo muy mal visto en estos días, tiene mala prensa. La oferta es colmarla con el consumo de objetos tecnológicos ilimitados. Estos “gadgets”, como los llamó hace ya muchos años Jacques Lacan, dan la ilusión de no tener límites: cada vez más rápidos, más portátiles, con más funciones… Han, de hecho, desdibujado en gran medida el tiempo y el espacio tales como los conocíamos. Podemos hoy conversar con alguien en Japón, sostener una teleconferencia o capacitación a distancia, filmar, reproducir, proyectar, almacenar y enviar imágenes y grabaciones de modo casi instantáneo o recibir un fax que por milagro tecnológico da la sensación de acercar la materialidad de lo escrito desde lugares recónditos.
Hasta ahí todo muy bien. El problema comienza cuando empezamos a creer que esto nos
La falta es algo muy mal visto en estos días, tiene mala prensa. La oferta es colmarla con el consumo de objetos tecnológicos ilimitados. Estos “gadgets”, como los llamó hace ya muchos años Jacques Lacan, dan la ilusión de no tener límites: cada vez más rápidos, más portátiles, con más funciones… Han, de hecho, desdibujado en gran medida el tiempo y el espacio tales como los conocíamos. Podemos hoy conversar con alguien en Japón, sostener una teleconferencia o capacitación a distancia, filmar, reproducir, proyectar, almacenar y enviar imágenes y grabaciones de modo casi instantáneo o recibir un fax que por milagro tecnológico da la sensación de acercar la materialidad de lo escrito desde lugares recónditos.
Hasta ahí todo muy bien. El problema comienza cuando empezamos a creer que esto nos