I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
"¿Por qué los autistas piden ser escuchados?"
(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, el día 12 de septiembre de 2018)
Autor: Lic.
Mariana Filippo.
Analista miembro de la EOL y AMP. Miembro directivo del IOM2
Delegación Río Gallegos
El
autismo se enraiza en un miedo temprano a entrar en interacción con los otros,
proveniente de una angustia irracional que el sujeto no domina y no tendría que
ver con la incomprensión de cómo vincularse con el otro.
Desde
que Leo Kanner acuñó y describió el autismo en 1943, se propagaron los más
diversos estudios sobre esta temática, a partir de la observación y práctica
clínica con niños autistas. De allí también se derivaron variados tratamientos
que guardan relación con la corriente teórica en la que se inscriben. También
hubo -no tantos como los primeros- seguimientos de estos sujetos en la adultez,
por ejemplo contamos con los de Kanner. Pero lo más interesante, es que en las
últimas décadas, fueron los mismos protagonistas de tales observaciones los que
han tomado la palabra para dirigir su pedido. De lo cual, da cuenta, Jean
Claude Maleval en su libro “Escuchen a los autistas”.
¿Qué piden hacer escuchar los autistas?
Es
posible detectar el autismo mediante dos signos precoces que se presentan de
manera muy temprana, a saber:
· La
huída de la mirada hacia los tres meses.
· La
falta de atención conjunta, hacia los nueve meses. Esto quiere decir que el
bebé señala algo con el dedo, sin atraer con la mirada, la atención del adulto
hacia ese lugar.
En
los primeros intercambios con los padres hay evitación de interactuar con la
mirada, con la voz, con el alimento y con los excrementos. Es así que numerosos
sujetos autistas han podido testimoniar de cómo es vivido por ellos el empuje
forzado a concretar estas interacciones, ya sea a mirar adonde le indican, a
comer, a hablar y a defecar.
Birger
Sellin, logra mediante la computadora lo que no puede verbalizar vocalmente y
refiere: “¿Por qué no hablamos normalmente? …
No lo sé, no es que no queramos
hacerlo sino que no podemos hacerlo y por esto sufrimos.” Sellin logra
pronunciar algunas palabras sin precisar qué determina su mutismo.
Algunos
autistas pueden decir que soltar su voz es vivido como una angustiante pérdida
de la sustancia equivalente a una mutilación o, tal como dicen después algunos
niños cuando salen del mutismo autista, no hablan porque esto podría vaciar su
cerebro. Otro sujeto autista confía que
evita la defecación por miedo a que los pulmones exploten. Según Maleval
(Videoconferencia que se transmitió en Río Gallegos desde Colombia 12708/2017)
todos estos fenómenos indican decisivamente que el autismo se enraiza en un
miedo temprano a entrar en interacción con los otros, proveniente de una angustia irracional que el sujeto no domina y no
tendría que ver con la incomprensión de cómo vincularse con el otro.
Aprender de los autistas
Los
testimonios nos revelan un “saber precioso sobre ellos mismos”, vale decir, los
autistas, sujetos concernidos, son quienes más tienen para enseñarnos acerca de
cómo tratarlos, mucho más que cualquier evaluación pretendidamente científica.
Vale aquí el consejo de Jim Sinclair, ya sea para clínicos como así también
para educadores. Dice lo siguiente: “Nuestras formas de entrar en relación –
afirma en nombre de los autistas- son diferentes. Insistan en cosas que sus
expectativas consideran normales y
toparán con la frustración, la decepción, el resentimiento, quizás incluso la
rabia y el odio. Acérquense respetuosamente, sin prejuicios, abiertos a
aprender cosas nuevas y encontrarán un mundo que no hubieran podido imaginar”.
Temple
Grandin, otra autista de alto nivel, reconocida mundialmente por sus libros y
conferencias, cuando tenía tres años era una niña muda, colérica, con una
fijación por objetos giratorios, buscaba estar sola jugando con sus
excreciones. Ella considera, al igual que muchos especialistas, que la
severidad de los síntomas a la edad de dos o tres años no guarda,
frecuentemente, mucha relación con el pronóstico. Vale decir, que a pesar de la
gravedad inicial puede tener una evolución favorable.
La
angustia insondable en la que quedan sumergidos los autistas cuando son
empujados a interacciones forzadas, nos muestran simultáneamente, la
importancia para estos sujetos de contar con sus intereses específicos y sus
objetos privilegiados. Ricas experiencias en instituciones de orientación
psicoanalítica para niños autistas constatan que el aprender se ve favorecido
cuando se los tiene en cuenta. Este modo
requiere igualmente de alguna presión para que el sujeto logre ciertas
adquisiciones, tal como refiere Antonio Di Ciaccia, se trata de un forzamiento suave corroborado por padres
de autistas. Refiere la madre de una niña acerca de esta paradoja: “Le es
necesario un impulso exterior para ponerse en marcha. Una vez que lo hace nada
la detiene y si yo paro, todo se detiene.” Podemos concluir que se trata de un
forzamiento suave que tiene en cuenta los intereses del sujeto y sus raíces en
la dinámica subjetiva y contempla la condición de escuchar al sujeto autista.
Auspicia: Colegio de Psicólogos de la Provincia de Santa Cruz
Asociación de la Biblioteca Austral de Psicoanálisis
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