I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
(Texto a publicado en el diario La Opinión Austral, el día 28 de Febrero 2018)
Autor: Lic. Ariel San Román
(Miembro de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2 y Miembro de la A.B.A.P.)
Si tenemos en cuenta la construcción de las siglas que agrupan a las personas con orientaciones sexuales e identidades de género disidentes (en tanto por fuera de la categoría moderna cisgénero: término que se utiliza para describir personas cuya identidad de género y sexo biológico coinciden), puede observarse que hay una evolución histórica cuyo resultado es ir agregando nuevas letras, siendo el correlato de los reclamos de diferentes agrupaciones que exigían su participación en los diferentes movimientos activistas que debatían y luchaban por sus derechos políticos y sociales. Primero LGB (lesbianas, gays y bisexuales), luego LGBT (agregándose la categoría trans) y, por último -en relación al tema que nos ocupa, ya que se le siguen agregando o modificando letras- LGTBI. Bajo esta I, se agrupan los sujetos que se denominan intersexuales.
En esta acumulación progresiva, puede ya percibirse que la cuestión intersexo se agrega recientemente a los debates sobre los derechos humanos en relación a la orientación sexual y la identidad de género.
“Intersexo es otro término amplio para referirse a una variedad de condiciones biológicas en donde la persona nace con estructuras reproductivas, sexuales o cromosómicas que no parecen encajar con las definiciones típicas de femenino o masculino” (“Guía del activista para usar los Principios de Yogyakarta”, link: http://ypinaction.org). El sujeto intersexo, en su definición estricta, nace con una ambigüedad anatómica en sus genitales, presentando características genéticas y fenotípicas que no pueden adscribirse de manera certera en la tipología binaria macho y hembra (prescindimos de las categorías varón y mujer, ya que dichos términos traen aparejado connotaciones de género), lo que genera una dificultad al momento de asignarle un sexo.
En la diversidad de artículos que tratan sobre el tema, se encuentra que, ante el nacimiento de un sujeto con estas características, se precipita una intervención quirúrgica temprana para remediar tal ambigüedad. Dicha intervención, responde a la urgencia del discurso médico -particularmente- o familiar, sin que hubiera un criterio claro y consensuado. Siendo el prejuicio, en los casos constatados, lo que orienta tal intervención ante la prisa por tener que restaurar el orden establecido que dicha ambigüedad viene a trastocar. El destino de la
operación quirúrgica dista de ser la ideal, quedando consecuencias visibles anatómicas, pérdida de sensibilidad y enterándose los sujetos intersexo a más avanzada edad, sobre las diversas intervenciones que se realizaron sin su consentimiento expreso o cabal.
El momento de la intervención quirúrgica sobre el cuerpo del sujeto intersexo, es lo que diferencia a los sujetos intersexuales de los sujetos que se inscriben en los trans. La problemática del sujeto trans, es la no concordancia entre la posición sexuada asumida en su constitución subjetiva y el tipo de sexo biológico con el que se nace. La intervención quirúrgica -en caso de demandarla- apunta a la adecuación del cuerpo biológico con el cuerpo psíquico. Es una demanda de operación que el mismo sujeto enuncia y solicita al discurso médico. En cambio, en la problemática intersexo, hay una intervención de “normalización forzada” (Jorge Chamorro, “Prólogo”, en “Intersexo – Una clínica de la ambigüedad sexual”, 2007, Ed. Gramma, Bs. As, Argentina) inicial que apunta adecuar la ambigüedad orgánica a los ideales familiares o de los médicos tratantes. Forzando no sólo a tener que asumir un género prestablecido por el Otro (con mayúscula) familiar y social, si no que tiene que asumir el sexo que se le impone mediante la intervención quirúrgica. Las consecuencias de esta “normalización forzada”, no son sin efectos en la constitución subjetiva de quién los padece. Efectos constatables en las diferentes producciones discursivas de quienes se enmarcan en lo intergénero (Mauro Cabral, “Pensar la intersexualidad, hoy”, 2003). Es por estas experiencias traumáticas que tuvieron que atravesar, que los reclamos las agrupaciones y de los sujetos intersexo apuntan a dejarle a ellos la decisión sobre qué tipo de intervención quirúrgica realizarse -en caso que sea necesaria y quieran hacerlo.
Ante este campo de experiencias, donde los sujetos intersexo demandan ser escuchados, ¿qué puede aportar el psicoanálisis? ¿Qué nos pueden enseñar estas voces que luchan en ser reconocidos en sus derechos, elecciones y autonomía? No es novedoso plantear que, para el psicoanálisis freudiano y lacaniano, la categoría de cuerpo es de vital importancia ya que es la superficie donde se manifiesta la sexualidad en sus diversas expresiones (sintomática, pulsional, libidinal, en su vertiente placer/displacer, en su carácter compulsivo, etc.).
Hace un tiempo ya, que el psicoanálisis investiga cómo los sujetos intersexo construyen la representación de su cuerpo, en tanto hay una contingencia biológica inicial que desestabiliza la lógica binaria del Otro (con mayúscula) social y médico intenta sostener a rajatabla, más una intervención de “normalización forzada” que marcan y determinan los caminos de dicha construcción. De esta manera, investigar cómo resignifican el cuerpo en su devenir histórico y cómo lo dan a conocer en un contexto histórico particular es de vital importancia, ya que los sujetos intersexo nos pueden enseñar qué respuestas subjetivas que han podido inventar en la construcción de su esquema corporal.
Para el psicoanálisis, es fundamental debatir e interpelar continuamente su propia doctrina para poder estar a la altura del contexto en el que está inserto y no quedar rezagado y petrificado en una ortodoxia que lo excluyera de toda lectura posible a las coordenadas subjetivas de la época. La advertencia de Jacques Lacan se mantiene aún vigente: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico?” (“Función y Campo de la palabra y el lenguaje en Psicoanálisis”, en “Escritos 1”, Siglo XXI Editores).
En esta acumulación progresiva, puede ya percibirse que la cuestión intersexo se agrega recientemente a los debates sobre los derechos humanos en relación a la orientación sexual y la identidad de género.
“Intersexo es otro término amplio para referirse a una variedad de condiciones biológicas en donde la persona nace con estructuras reproductivas, sexuales o cromosómicas que no parecen encajar con las definiciones típicas de femenino o masculino” (“Guía del activista para usar los Principios de Yogyakarta”, link: http://ypinaction.org). El sujeto intersexo, en su definición estricta, nace con una ambigüedad anatómica en sus genitales, presentando características genéticas y fenotípicas que no pueden adscribirse de manera certera en la tipología binaria macho y hembra (prescindimos de las categorías varón y mujer, ya que dichos términos traen aparejado connotaciones de género), lo que genera una dificultad al momento de asignarle un sexo.
En la diversidad de artículos que tratan sobre el tema, se encuentra que, ante el nacimiento de un sujeto con estas características, se precipita una intervención quirúrgica temprana para remediar tal ambigüedad. Dicha intervención, responde a la urgencia del discurso médico -particularmente- o familiar, sin que hubiera un criterio claro y consensuado. Siendo el prejuicio, en los casos constatados, lo que orienta tal intervención ante la prisa por tener que restaurar el orden establecido que dicha ambigüedad viene a trastocar. El destino de la
operación quirúrgica dista de ser la ideal, quedando consecuencias visibles anatómicas, pérdida de sensibilidad y enterándose los sujetos intersexo a más avanzada edad, sobre las diversas intervenciones que se realizaron sin su consentimiento expreso o cabal.
El momento de la intervención quirúrgica sobre el cuerpo del sujeto intersexo, es lo que diferencia a los sujetos intersexuales de los sujetos que se inscriben en los trans. La problemática del sujeto trans, es la no concordancia entre la posición sexuada asumida en su constitución subjetiva y el tipo de sexo biológico con el que se nace. La intervención quirúrgica -en caso de demandarla- apunta a la adecuación del cuerpo biológico con el cuerpo psíquico. Es una demanda de operación que el mismo sujeto enuncia y solicita al discurso médico. En cambio, en la problemática intersexo, hay una intervención de “normalización forzada” (Jorge Chamorro, “Prólogo”, en “Intersexo – Una clínica de la ambigüedad sexual”, 2007, Ed. Gramma, Bs. As, Argentina) inicial que apunta adecuar la ambigüedad orgánica a los ideales familiares o de los médicos tratantes. Forzando no sólo a tener que asumir un género prestablecido por el Otro (con mayúscula) familiar y social, si no que tiene que asumir el sexo que se le impone mediante la intervención quirúrgica. Las consecuencias de esta “normalización forzada”, no son sin efectos en la constitución subjetiva de quién los padece. Efectos constatables en las diferentes producciones discursivas de quienes se enmarcan en lo intergénero (Mauro Cabral, “Pensar la intersexualidad, hoy”, 2003). Es por estas experiencias traumáticas que tuvieron que atravesar, que los reclamos las agrupaciones y de los sujetos intersexo apuntan a dejarle a ellos la decisión sobre qué tipo de intervención quirúrgica realizarse -en caso que sea necesaria y quieran hacerlo.
Ante este campo de experiencias, donde los sujetos intersexo demandan ser escuchados, ¿qué puede aportar el psicoanálisis? ¿Qué nos pueden enseñar estas voces que luchan en ser reconocidos en sus derechos, elecciones y autonomía? No es novedoso plantear que, para el psicoanálisis freudiano y lacaniano, la categoría de cuerpo es de vital importancia ya que es la superficie donde se manifiesta la sexualidad en sus diversas expresiones (sintomática, pulsional, libidinal, en su vertiente placer/displacer, en su carácter compulsivo, etc.).
Hace un tiempo ya, que el psicoanálisis investiga cómo los sujetos intersexo construyen la representación de su cuerpo, en tanto hay una contingencia biológica inicial que desestabiliza la lógica binaria del Otro (con mayúscula) social y médico intenta sostener a rajatabla, más una intervención de “normalización forzada” que marcan y determinan los caminos de dicha construcción. De esta manera, investigar cómo resignifican el cuerpo en su devenir histórico y cómo lo dan a conocer en un contexto histórico particular es de vital importancia, ya que los sujetos intersexo nos pueden enseñar qué respuestas subjetivas que han podido inventar en la construcción de su esquema corporal.
Para el psicoanálisis, es fundamental debatir e interpelar continuamente su propia doctrina para poder estar a la altura del contexto en el que está inserto y no quedar rezagado y petrificado en una ortodoxia que lo excluyera de toda lectura posible a las coordenadas subjetivas de la época. La advertencia de Jacques Lacan se mantiene aún vigente: “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época. Pues ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico?” (“Función y Campo de la palabra y el lenguaje en Psicoanálisis”, en “Escritos 1”, Siglo XXI Editores).
Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
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