I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
LOS AVATARES DE LA PUBERTAD
(Texto
publicado en el diario La Opinión Austral, el día 10 de Junio de 2015)
Autor: Lic. Ariel San Román
(Responsable Local de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)
Es
sabido que desde el psicoanálisis, más que adolescencia se habla de
pubertad. De esta manera se pone de manifiesto la metamorfosis -tal
como lo diría Freud- que se produce a nivel de lo orgánico
(hormonal) y a nivel del cuerpo (los fenómenos de dislocación de la
imagen -psíquica- del propio cuerpo).
En
este momento de la vida hay una transformación, donde los modos de
existencia que el niño había construido en relación al mundo, los
objetos, sus pares y los adultos, dejan de operar ya que se produce
el encuentro con un real nuevo que es la pubertad.
Dos
signos surgen de manera imperiosa: desde lo físico, el cambio
corporal/orgánico; y desde lo anímico, una creciente tensión que
se acumula y puja por su descarga. La experiencia clínica, es
interesante observar, nos indica que los intentos de descargar de
modo adecuado -placentero- dicha tensión fracasan, llevando a los
sujetos hacia el displacer y sus correlatos (aburrimiento,
adicciónes, afectos depresivos, agresividad, etc.).
Es
también la emergencia de una dimensión inédita, debido a lo que en
el niño aparece de autoerótico -satisfacción con su propio cuerpo-
en esta nueva etapa surge la posibilidad de descarga en el encuentro
con un otro cuerpo. Es decir, comenzar a asumir una posición sexuada
con respecto a un partenaire sexual (en sentido amplio y
restringido).
Es
en este punto donde se evidencia la dificultad inherente a este
momento crucial: lo que hace que la pubertad sea una encrucijada
dramática es que el Lenguaje, el aparato simbólico en el cual nos
constituimos, no dice bastante..., o no lo dice todo. A diferencia de
los animales -que lo solucionan instintivamente-, los púberes para
saber qué tienen que hacer con eso que empuja desde de lo orgánico,
necesitan pasar por el Discurso. Es arreglárselas con el Lenguaje -y
sus límites- para dar cuenta de algo, de un empuje, de una
metamorfosis que se experimenta como un exceso que desborda.
Por
ello es importante destacar que no sólo es un empuje biológico con
lo que el sujeto
confronta en este momento, sino con un empuje discursivo. Porque el púber, a falta de la dificultad que sostiene en ese entrecruzamiento entre el organismo y el Lenguaje que intenta ordenar y tramitar esos nuevos fenómenos que se producen a nivel del cuerpo (cuerpo como construcción psíquica, que encubre lo orgánico pero no se reduce a él), se le agrega la exigencia desde lo Social -con mayúscula- para que dicho proceso sea lo más eficiente, rápido y silencioso posible.
confronta en este momento, sino con un empuje discursivo. Porque el púber, a falta de la dificultad que sostiene en ese entrecruzamiento entre el organismo y el Lenguaje que intenta ordenar y tramitar esos nuevos fenómenos que se producen a nivel del cuerpo (cuerpo como construcción psíquica, que encubre lo orgánico pero no se reduce a él), se le agrega la exigencia desde lo Social -con mayúscula- para que dicho proceso sea lo más eficiente, rápido y silencioso posible.
Esta
etapa, es fácil reconocerlo, pone inmediatamente en cuestión la
dimensión social. Y en ese entrecruzamiento, en esa intersección
entre el cuerpo púber y el discurso social es que surge lo que se
denomina Adolescencia: el conjunto de síntomas nombrados por el Otro
-nuevamente con mayúscula- social, con que el púber responde a esa
metamorfosis -a ese real imposible de tramitar adecuadamente vía el
lenguaje- que le sucede.
Cuando
el púber se las tiene que ver con lo que el Otro social dice sobre
eso que le sucede (los cambios en el cuerpo, aquello que aparece como
exceso, etc.), se encuentra con una falta de saber sobre el ser
(“¿quién
soy?”)
y sobre el sexo (“¿qué
posición debo asumir?”).
Se encuentra con un vacío, con una falta de respuesta ahí donde el
Otro social le dice (¡y le exige!) que algo tiene que hacer con todo
eso que le sucede: el
deber ser
moral, que es interrogado por los síntomas de la adolescencia.
La
pubertad y lo que ella desencadena, es un momento crucial para el
sujeto ya que en este momento vital se ven compelidos a tener que
modificar los modos de existencia que han quedado caducos o tener que
construir unos nuevos que le permitan transitar de la manera más
salubre posible dicha etapa. Es un momento donde se abre la
posibilidad de inscribir otro modo de posicionamiento para con su
propio cuerpo y, de esa manera, para con su futuro partenaire. Es la
etapa privilegiada para dar orientación, cause, etc., a esas
emergencias pulsionales que pujan por una satisfacción. Para poder
apelar a la invención particular de cada adolescente, en su búsqueda
de una respuesta favorable y estabilizante de todos los efectos
disruptivos generados por la metamorfosis de la pubertad.
La
pregunta, entonces es ¿cómo poder acompañar a un púber a salir de
la adolescencia? Podemos esbozar como principio: ante un sujeto
atravesando este tiempo clave de irrupción pulsional, hay que tomar
un posición que no obstaculice sus modo e intentos de una invención
salubre en su lazos con el mundo y sus semejantes. Hay que ofrecer un
lugar de escucha donde los púberes puedan aliviar ese tormento, en
ese campo de espera que es la adolescencia, para que puedan encontrar
un Otro -nuevamente con mayúscula- que los acompañe en su malestar.
La
Delegación Río Gallegos del I.O.M.2,
anuncia el próximo módulo del Seminario de Estudios Clínicos 2015:
¿De
qué adolece un púber?,
que se llevará a cabo el sábado 13 de Junio, de 10:00 a 13:00 hrs.
- Aula A14 - Campus U.N.P.A. - U.A.R.G. La clase estará a cargo de
la psicoanalista invitada Andrea Zelaya (Bs. As.), con la
colaboración de Cintya González. Informes: bapriogallegos@gmail.com
– Cel.: 2966 466777 / 2966 690793.
Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
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