I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A 2
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
PASAJE AL ACTO, VIOLENCIA Y RUPTURA DEL LAZO SOCIAL.
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 05 de Noviembre de 2014)
Autor: Lic. Beatriz Cáceres
(Miembro Docente de la Delegación Río Gallegos del I.O.M.2)
Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
El
interés por realizar este trabajo surge
de la práctica concreta con jóvenes en conflicto con la ley penal. Estos
síntomas controvertidos en la época globalizada del Otro que no existe, inciden
en los jóvenes que en su relación al Otro se caracteriza por el pasaje al acto
y la violencia.
Las llamadas alteraciones o disfunciones del comportamiento en los adolescentes, que asusta y desborda a los adultos, son diagnosticados y se implementan para ello programas de prevención y de re-educación para disminuir los riesgos para sí mismo y terceros. Y en relación a la violencia, se buscan dispositivos que llevan encubierto la segregación.
Las llamadas alteraciones o disfunciones del comportamiento en los adolescentes, que asusta y desborda a los adultos, son diagnosticados y se implementan para ello programas de prevención y de re-educación para disminuir los riesgos para sí mismo y terceros. Y en relación a la violencia, se buscan dispositivos que llevan encubierto la segregación.
La
subjetividad de la apoca está afectada por el fenómeno de la violencia y
determinada por ella, como un Significante Amo que se ha impuesto en el
discurso social. Lacan sitúa el punto de exceso a nivel del empuje del goce
superyoico, propio del discurso capitalista que no solo impone el deber del “PARA
TODOS” característico del consumo, sino que genera sus propios marginales por
fuera del sistema social: seres humanos desechables. Las modalidades que
adoptan estos “por fuera de la ley”, irrumpen en la apropiación del otro, ya
sea de su cuerpo de sus objetos, de su tiempo o hasta su propia vida.
La
agresividad para el Psicoanálisis no es sinónimo de destrucción, la agresividad
es propia de la relación imaginaria especular entre pares. La destructividad,
en cambio, se inscribe en otro registro: atraviesa la imagen del cuerpo y se
dirige al ser del otro. La misma se inscribe en las diferentes modalidades que van
desde el rechazo al otro hasta su destrucción.
Podemos
relacionar estas manifestaciones con el pasaje al acto. El pasaje al acto marca
un antes y un después, representa un punto de discontinuidad, cambia la
posición del sujeto,
reviste el modo temporal de la urgencia. En lo observable, se constata un cortocircuito que queda por fuera del cálculo del sujeto. Se inscribe en un modo de relación que excluye al OTRO, pero preserva un particular vínculo entre sujeto y objeto. Lo que se trata es de analizar el grado de responsabilidad del sujeto.
En
la practica nos preguntamos: ¿cómo articular aquello que aparece desarticulado,
sin sentido, un horror absoluto en el marco de lo social? ¿Cómo alojar ese real
imposible de soportar?reviste el modo temporal de la urgencia. En lo observable, se constata un cortocircuito que queda por fuera del cálculo del sujeto. Se inscribe en un modo de relación que excluye al OTRO, pero preserva un particular vínculo entre sujeto y objeto. Lo que se trata es de analizar el grado de responsabilidad del sujeto.
Para
hablar de violencia: hay varios casos conocidos de adolescentes que irrumpen en
un acto feroz contra otros. Pude citarse, dentro de los casos de asesinatos
escolares en Estados Unidos, el ocurrido en 1999 donde dós jóvenes asesinaron e
hirieron alumnos de su colegio. Ambos, un año antes, habían realizado un
tratamiento de control de la ira. Uno de
ellos, en su diario escribe: amo mi ira.
Lo
que se evidencia: es que hoy se trata del super-yo que ordena gozar, y que en
vez de dejar al sujeto confrontado al Otro, lo confronta al objeto y al plus de
goce.
Se
puede pensar estos actos violentos, como la única nominación posible frente a
la imposibilidad de hacerlo en relación a un deseo, que solo es viable por el
reconocimiento del Otro. Al no estar ni adentro ni afuera, recae la violencia
ante quienes sienten los rechazó. Si el Otro no existe, ocupando su lugar como
principio de lazo social, se remplazan las relaciones verticales, por las
horizontales, pero esto falla cuando lo que define la posición de estos jóvenes
violentos, es la negativa a soportar a los semejantes. Quedan ubicados como
sujetos por fuera del lazo social.
Estos actos violentos llevan
al psicoanalista interrogar la relación existente entre el sujeto del derecho y
el sujeto de goce, buscando la responsabilidad del sujeto que Incluye el
impacto que su acto produce sobre él, en la medida en que este acto lo
reintegra a su propia historia.Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
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