I N S T I T U T O O S C A R M A S O T T A
D e l e g a c i ó n R í o G a l l e g o s
LO BELLO, LO SUBLIME Y EL ESPECTÁCULO CANALLA
(Texto publicado en el diario La Opinión Austral, el día 21 de Noviembre de 2012)
Autor: Lic. Ariel San Román
(Co-responsable Local del I.O.M. - Delegación Río Gallegos)
A-
Recordemos, como al pasar, la crítica que Lacan hace de Freud en
tanto éste ubica como producto de la sublimación la realización de
un objeto del mercado artístico. Me interesa pensar la experiencia
artística como un juego de pasajes entre tres instancias: el artista
=> el objeto artístico => el espectador. En este último
pasaje, entre el objeto y el espectador, vamos a detenernos.
B-
En la tradición estética, lo bello está puesto en tensión con lo
sublime. A veces se superponen, otras veces es un camino progrediente
de la primera a la segunda, la mas de las veces se oponen, llegando
incluso a excluirse. Lo bello, como lo que persuade, lo que convence,
lo que está en armonía, lo contenido, es decir, lo que guarda las
formas, en un más acá del límite de la razón y relacionado al
amor. Lo sublime, como lo que desborda, algo extremo, que no depende
de la forma ni de las modas del tiempo, lo incontenible, el más allá
del límite de la razón, un pasaje que va del asombro al horror,
pasando por el temor y desasosiego, que involucra y sorprende, agita
el espíritu y conmueve, provocando dolor y angustia.
Ahora
bien, de la experiencia de lo sublime se retorna. Y se retorna por
las vías de aquello que precisamente, en el momento de la
manifestación de lo sublime, quedó elidido: la palabra. Hacemos uso
de ella, al intentar dar cuenta de nuestras emociones y sensaciones.
Y es en ese retorno, donde ubico el goce estético de la experiencia
artística.
La
experiencia de lo sublime, comienza cuando lo bello desfallece. Y de
eso no se retorna sin esfuerzo, y mucho menos se sale indemne ya que
conmueve y concierne a cada uno con lo más íntimo de su existencia
al confrontar con algo que lo trasciende y desborda.
El
retorno por la palabra, es lo que permite volver de ese encuentro con
algo
nuevo e inédito, articulado a la trama simbólica que nos soporta. A partir del lenguaje, podemos tolerar la angustia de lo sublime, y transformar el displacer a placer. Por lo cual lo sublime, convoca a hablar.
nuevo e inédito, articulado a la trama simbólica que nos soporta. A partir del lenguaje, podemos tolerar la angustia de lo sublime, y transformar el displacer a placer. Por lo cual lo sublime, convoca a hablar.
C-
Ahora bien, ¿y si ese retorno se realiza agenciado por el discurso
del Amo, hoy puesto en acto por los medios de comunicación? Con el
paso de los años y las transformaciones radicales que se fueron
produciendo, y que afectan al ámbito del arte, una figura de larga
data adquirió un aspecto un poquitín siniestro: el curador. Ante la
caducidad del Manifiesto, el curador comienza a ocupar un rol
principal en este mercado del arte, que es totalmente otro al de
principios del siglo XX. Cercano, a veces, al perfil de Pomelo Rock,
puede verse cómo el nombre del curador -en ciertas difusiones-
aparece en tipografía más grande que el del o los artistas, si no
el único que aparece. Otra vuelta de tuerca, a las discusiones
literarias sobre la muerte del autor.
El
paradigma del curador mal entendido -no quiero ofender a nadie-, el
que antepone su ego como filtro en ese pasaje entre objeto =>
espectador, es el crítico de vinos Robert Parker. Este señor, es el
responsable directo, junto a Michel Rolland, de lo que hoy se conoce
como los New World Wine. Si un productor quiere vender un vino en
Estados Unidos, le tiene que gustar a él: así de simple, así de
cruel. Si puso una puntuación baja, a venderlo a otro país porque
ahí no se va a vender jamás.
Acá,
cobra vigencia el temor de Lacan hacia eso que vislumbraba iba a
ocupar un lugar importante en el futuro: el racismo. El rechazo a
todo tipo de satisfacción que no sea aquella que impone la Ley del
Mercado. Es decir, “sólo
van a gozar del lo que yo (curador, Mercado, Amo, etc.) les digo lo
que es el arte: tu gusto personal no nos importa...”.
D-
¿Cómo no desconfiar, entonces, de esa invitación a retornar de la
experiencia de lo sublime, por los caminos pre digeridos del discurso
del Amo? Y esto, si es que hay lugar para lo sublime. Porque esa
experiencia, ¿es posible cuando lo previo lo sublime, el objeto
artístico, es instaurado por dicho discurso? Recordemos, como
ejemplo, el Expresionismo Abtracto -movimiento plástico
estadounidense que tuvo su apogeo en plena guerra fría-, el cual fue
directamente subvencionado por la C.I.A. para imponerlo en el mercado
del arte internacional.
¿Qué
ficción quiere instaurar el Amo (los discursos dominantes y
emparentados con las tendencias capitalistas), entonces, cuando el
objeto artístico ingresa en la economía del espectáculo? ¿Acaso
el intento de sostener la barrera de lo bello, excluyendo todo acceso
a lo sublime? Recordemos que lo bello es aquello que persuade, y
clausura sentido. Lo bello puede ser un instrumento para instaurar
una opinión, una tendencia, etc. En cambio, lo sublime es fractura a
lo establecido, es disrupción que nos invita a un nuevo modo de
pensar y actuar. Lo bello adormece, lo sublime despierta.
E-
Para finalizar, un comentario un poco al margen.
En
las I Jornadas Regionales el I.O.M. en la Patagonia, expuse sobre el
Horror como espectáculo y su ineficacia para conmover a los sujetos
de la abulia generalizada que se manifiesta en los signos del
aburrimiento. Reverso de esta época, donde hay la ilusión de una
satisfacción plena que está al alcance de todos y de modo
ilimitado...
Para
Kant, lo sublime se ubica en esa hiancia que es la inadecuación de
las ideas con la experiencia. Por ello, la condición necesaria para
la experiencia de lo sublime no proviene del mundo exterior. Cito a
Kant: “En
realidad, sin desarrollo de ideas morales, lo que nosotros,
preparados por la cultura, llamamos sublime, aparece al hombre rudo
solo como atemorizante”.
En
esta época del Imperio de la Pantalla, es interesante observar el
espectáculo atemorizante -que se ve desde lo confortable de los
sillones- que pulula por los medios de difusión televisivos:
programas donde la inseguridad, anudada intencionalmente con la
pobreza, se muestra de manera descarnada. Se me ocurre pensar, si las
pantallas -que al decir de Orwell, nos observan- no son la nueva
configuración de las antiguas jaurías de perros con las que
aterrorizaban los canallas.
Auspicia: U.N.P.A – U.A.R.G – Colegio de Psicólogos de Santa Cruz – Biblioteca Austral de Psicoanálisis.
Informes: (02966) 15459476 – 15466777 – 15690793
E-mail: bapriogallegos@gmail.com
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