Para comenzar, se refirió a la vastedad de este tema y se propuso abordar ciertas cuestiones que tienen que ver con Freud y el diálogo que se puede establecer con la lectura de J. Lacan. Señaló que hay una secuencia presente en ambos, en distintos momentos de sus respectivas obras, compuesto de la siguiente manera: Determinación (ley) →Causa → Contingencia. Freud en “La sexualidad en la etiología de las neurosis” (1898), plantea que la sexualidad, está entramada en la causa de las neurosis. Scheinkestel se remitió al Seminario 11 de Lacan para explicar la noción de 'causa': “…por el contrario cada vez que hablamos de causas siempre hay algo anticonceptual, indefinido… Hay un agujero, y algo que oscila en el intervalo. En resumen no hay más causa que de lo que cojea. Pues bien, el inconsciente freudiano…es ese punto donde entre las causas y lo que afecta ahí siempre cojea…El inconsciente nos muestra la hiancia por donde la neurosis se conecta con algo real, real que muy bien no puede estar determinado.”
La mentira histérica: Desde Freud, se empezó a pensar la sexualidad con relación a la causa de las formaciones del inconsciente y las neurosis. Podemos situar una primera operación freudiana, que le adjudica a los síntomas de las histéricas -tildadas de mentirosas, simuladoras- un peso de realidad, de verdad. En una segunda operación, en 1897, debió reconocer que las histéricas lo engañaron, que se trataba de fantasías pero paradójicamente con la misma eficacia que si el hecho hubiera acontecido. Scheinkestel opuso la pasión freudiana por la verdad y la orientación lacaniana hacia lo real. Freud rehusó ver en la verdad, que fue su pasión, la estructura de ficción que está en su origen. La mentira esta en el lugar de un vacío, ahí donde hay un vacío nos encontramos con un real. La sexualidad es introducida por el lado de la mentira -una estructura de ficción-por donde hay un vacío impenetrable, irreductible.
Mentira versus angustia: Lacan opone la mentira a la angustia (Seminario 24 -1976) situando a la mentira como lo realmente simbólico, donde está la ficción en lo cual debe ser tenido en cuenta lo
verdadero porque para construir una mentira hay que tener en cuenta lo que es aceptado como verdad. Ubica en el centro, el lugar de un real, la angustia, un afecto que no miente, definiéndola como simbólicamente real. Lacan, siguiendo a Freud, le otorga a la angustia un estatuto de excepción, diferenciándola de todos los sentimientos, los cuales tienen algo de mentiroso. Cada vez que uno quiere hacer pasar algo del orden de lo real al significante, es inevitable mentir, está ese estatuto de la palabra como mentirosa. El trauma sexual surge de la relación entre un S1 y un S2. Una segunda escena que aparece primera en el recuerdo, posterior en el tiempo (suceso actual, desencadenante) que después retroactivamente opera sobre una primera escena. Esa primera escena sólo se vuelve traumática o patógena en la contingencia de ese encuentro con lo real señalado por la segunda escena.
Inconsciente y tiempo: La defensa opera frente a representaciones sexuales inconciliables de acuerdo a los ideales de la persona. Freud, concebía un aparato psíquico gobernado por un principio de homeostasis, principio de placer-displacer; el ideal del aparato psíquico es trabajar a mínima, con la mínima tensión. En relación a los síntomas,”la inclinación de defensa se vuelve nociva cuando se dirige contra representaciones que pueden desprender un displacer nuevo, actual…” “El recuerdo produce un desprendimiento de displacer más intenso que a su turno, la vivencia sexual prematura traumática”. La condición para ello es ese tiempo que media entre una escena y otra. Lo efectivo es su retorno y que ese recuerdo vale como un acontecimiento real. Entonces la memoria inconsciente es actual, esa es la paradoja de la respuesta freudiana.
La defensa funciona cuando se sobrepasa cierto límite'. Esto es determinante para Freud y lo teorizará en 'Más allá del principio de placer': está el aparato psíquico trabajando a mínimo, hay una irrupción, algo contingente y eso desencadena una defensa respecto a ese aparato. Este real, esta sexualidad traumática va a definirse como un encuentro con esa sexualidad que nunca se logra. Lo traumático tiene que ver con un desencuentro, con algo que falla estructuralmente a la cita. No se trata entonces de una relación de causa- efecto eficaz sino otro tipo de determinación –en referencia al Seminario 11- hay una opacidad en el medio que discontinúa eso que sería la continuidad de la determinación, ahí radica lo que podemos llamar lo real, el goce, lo traumático lo que nos lleva a un más allá del principio de placer. Cuando hablamos de determinación de la cadena, una ley, de asociación de ideas a través de las cuales se puede llegar a saber la causa de la producción de síntomas estamos hablando de cierta continuidad. La idea de la repetición esta ligada a una insistencia a ir al encuentro de algo que siempre resulta fallido.
No hay relación: Lacan siguiendo a Freud, le dio al juego del Fort-Da otra vuelta, ya no sólo sostenida en la alternancia entre dos significantes sino como la dimensión de objeto mismo que estaba en juego allí, el carretel en su desaparición y aparición. Una repetición que se producía a partir de esta falla, eso que es todo el tiempo reencontrado no es lo mismo que se buscaba. Esto da cuenta de una insatisfacción producida por un rencuentro siempre fallido con el objeto, repetición ligada a un goce que no se obtiene, que estaría en las antípodas de lo que llamamos determinismo. Por un lado estamos hablando de una determinación de la cadena significante, de una ley que regula las relaciones, lo que es del orden de las estructuras. En el otro polo tenemos que ubicar lo que luego en la enseñanza de Lacan fue más por el lado de la no relación sexual, no hay una proporción, una inscripción que ordene las relaciones entre los sexos. Lacan habla de lo imposible que tiene que ver con lo real y con el goce, aquello que no cesa de no inscribirse, no tiene inscripción simbólica (ej. caligrafía china). Por otro lado habla de otras dos categorías: cesa de no inscribirse (contingencia) y no cesa de inscribirse (necesidad). Eso que aparece como contingente después tiene la tendencia a repetirse, o sea, no cesa de inscribirse por ej. un síntoma. Con lo que nosotros nos encontramos en la neurosis es la repetición, es lo que aparece como lo necesario y lo que se trata es de investigar en que punto surge una contingencia que conmueve lo que se repite (angustia) y se volvió necesaria porque ese pasaje es producto de un malentendido de algo que permaneció opaco.
El goce indica o señala la discontinuidad, el vacío, no cesa de no inscribirse, queda como un fracaso, un agujero, con el cual cada quien tendrá que arreglárselas. Esto está ligado a un real no a un simbólico.
Para finalizar Scheinkestel, planteó el hecho de aceptar que el fracaso no es el destino sino que es de estructura, que hay un agujero, un no cesa de no inscribirse. El fracaso no sólo tiene coordenadas simbólicas; es también el núcleo de lo real.
Jésica Barbieri
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